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Francisco Antonio Pinto Díaz (1827-1829).-

La amistad entre Pinto y Bello es una clave olvidada del período en el cual se forjó la República de Chile, incluidas sus políticas educacionales. Se promovieron los colegios financiados por el Estado y la educación femenina. En mayo de 1828, se creo el Colegio para Señoritas, y al mismo tiempo, los estanqueros fundaron el Colegio de Santiago, que más tarde dirigió Andrés Bello López. En materia educacional fomentó la instrucción pública, creando entre otros el Liceo de Chile y el Colegio de Santiago. La educación recibió un gran impulso empezando por crear el Liceo de Chile y trayendo profesores como Andrés Antonio Gorbea, Claudio Gay y cinco profesores franceses (historiadores y naturalistas de gran valor).
El Presidente don Francisco Antonio Pinto puso especial empeño en establecer la enseñanza sobre bases sólidas. Sus esfuerzos se concentran asimismo en la instrucción media.
Sin embargo, el gobernador de Valparaíso fundó en el puerto varias escuelas lancasterianas. Más tarde el Presidente Pinto restableció, en el Instituto Nacional, la escuela normal para la formación de maestros lancasterianos. En 1830 funcionaban en Santiago y los distritos adyacentes 26 escuelas primarias con asistencia media de 1.723 alumnos.
Cuatro de ellas, 2 de hombre s y 2 de mujeres, eran públicas. Las demás eran privadas o conventuales No hay datos ciertos sobre este último punto en el resto del país, salvo en Chiloé. En las ciudades importantes como Concepción, La Serena, Valparaíso, Talca y Chillán existían también escuelas particulares, cuyo número no hemos podido comprobar. Muchas tuvieron existencia fugaz y "no alcanzaron a dejar rastros documentales".
La provincia de Chiloé sobresale como una isla en este aspecto. Debemos confesarlo: no fue bajo la República naciente. A pesar de las vicisitudes de todo orden que hubo de sobrellevar el gobernador Quintanilla - el último de los gobernadores es del Rey, hasta 1826- para darle un gobierno propio, huérfano de toda ayuda exterior, logró mantener un elevado nivel de la enseñanza primaria. "En enero de 1827, al finalizar el primer año de gobierno (ya bajo la República), el intendente, general José Santiago Aldunate, hizo levantar un censo prolijo, cuya exactitud confirmó otro censo practicado un año más tarde. La población de l a isla alcanzaba a 42.309 habitantes, de los cuales 7.604 eran niños de 7 a 15 años y asistían a l a escuela 3.511. Un año más tarde la población escolar era de 4.606 alumnos. En la pobre y atrasada isla de Chiloé, recibía instrucción primaria el 50% de los niños, mientras en Santiago sólo la recibía el 10% de la población escolar. "Este dato simboliza el precio, por lo demás ineludible, que el progreso de Chile pagó por el tránsito de la condición de colonia a la nación libre", dice Encina.

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